sábado, 24 de enero de 2015

El conde de Saint Germain: Maestro del Espíritu

El conde de Saint Germain: Maestro del Espíritu


El origen de este misterioso personaje es completamente incierto, en buena medida por las distintas versiones que sobre él se han publicado. Kenneth Mackenzie, en su Royal Masonic Cyclopedia, recapitula algunas de estas teorías, entre las que mencionaremos solo algunas. 

Se dice, por ejemplo, que nació en Letmertz, Bohemia, territorio que actualmente forma parte de Alemania. Otros, encabezados por el Marqués de Crequis, afirman que su verdadero nombre era Simon Wolff, nacido en Estrasburgo y de origen judío. También hay quien cree que en realidad se trataba de un jesuita español de nombre Aymar, un marqués nacido en Portugal o el hijo de una princesa italiana y nacido en San Germano. 

En cuanto al Príncipe Karl de Hesse-Cassel, quien fue amigo y ferviente admirador de St Germain, asegura haber escuchado en propias palabras del conde que este era hijo de Rakoczy Ferenz, regente de Transilvania y quien peleó por la independencia de Hungría ante Austria. En la historia húngara Ferenz es una especie de héroe nacional y curiosamente se cuenta que uno de sus hijos, tan precoz que a los 12 años manejaba prácticamente todos los idiomas conocidos, había sido enviado a estudiar lejos. 

En síntesis, el verdadero origen de St Germain es confuso, si bien es cierto que prácticamente todas las versiones coinciden en que era una persona extraordinariamente culta y educada y que su porte aludía a un carácter aristocrático y refinado. La confusión es mayor pues aparentemente el conde hablaba con plena fluidez múltiples idiomas, lo cual hacía su acento indistinguible para cualquiera de sus interlocutores. 



El Misterio 

Entre las decenas de libros que se han escrito sobre él, uno de los más interesantes es una biografía, Graf St Germain, obra del historiador alemán E.M. Oettinger, quien posiblemente fue presentado ante el conde en París durante la tercera década del siglo XIX. Y a pesar de que Oettinger era un distinguido profesional en su época, cita afirmaciones de St Germain que para muchos serán imposibles de creer. 

De acuerdo con el historiador, este enigmático personaje le confesó haber estudiado magia con el destacado alquimista Raymundo Lulio (1235-1315) y pintura con Cimabue (1240-1302). “Tuve la fortuna de conocer a Paracelso (1493-1541), quien era profesor en Basilea”, le habría compartido St Germain, agregando que había tenido oportunidad de ver la piedra filosofal en manos del suizo, la cual estaba compuesta por 777 ingredientes. De acuerdo con la misma biografía, el conde también acompañó a Francisco I en su coronación (1494-1547), asistido al famoso mago Nostradamus (a mediados del siglo XVI), aprendido música con Palestrina y haber forjado amistad con John Dee, el lúcido astrólogo de la Reina Isabel I, entre muchas otras aventuras. 

Pero si tomamos en cuenta las declaraciones del conde que cita Oettinger, entonces tendríamos que inferir que vivió por más de cinco siglos, razón por la cual muchos le ridiculizaban o tachaban de charlatán, mientras que otros le adjudicaban poderes sobrenaturales o simplemente le consideraban un portador del codiciado elixir de la larga vida que preparaban los más diestros alquimistas. Y si la flexibilidad espaciotemporal en torno a la figura de este personaje no es suficientemente confusa, resulta que St Germain también gustaba de utilizar diversos nombres, entre ellos el Conde de Weldone, Saint-Noel y Pere Joseph. 

Finalmente, de acuerdo al Príncipe Karl, el conde murió en 1784, en el propio castillo de Hesse-Cassel. Sin embargo, en años subsecuentes se reportaron encuentros con St Germain, incluso en los círculos literarios que se organizaban a mediados del siglo XIX en París con gente como Balzac, Sue y Dumas (este último, por cierto, bien pudo inspirarse en la figura del conde para dar vida al Conde de Monte Cristo). 

Alquimia


Menciones históricas 

Dentro de las menciones que se hacen sobre el conde, avaladas por documentos históricos, podemos mencionar, además de la obra de Oettinger que recién citamos, una carta intercambiada entre un par de nobles ingleses, Horace Mann y Horace Walpole, fechada en 1745 en Londres, y que corresponde además a la primera vez que se menciona a St Germain: «El otro día detuvieron a un hombre extraño que se hace llamar conde de Saint-Germain. Ha estado aquí estos dos años, pero no dice a nadie quién es ni de dónde viene. Admite, sin embargo, que ese no es su verdadero nombre. Canta y toca el violín magníficamente, está loco y no es muy sensato». Aparentemente el conde había sido detenido por sospechas de que fuese un espía, acusación que se repetiría en diversas ocasiones a lo largo de los años. 

Por otro lado, en las memorias del famoso Giacomo Casanova, ese glamoroso semental italiano del siglo XVIII, se narra un encuentro que tuvo este con el conde, a quien consideraba un gran impostor pero frente a quien, paradójicamente, demostraba un especial reconocimiento: 

La más gustosa cena que tuve fue con Madame de Robert Gergi, quien acudió con el famosos aventurero conocido bajo el nombre de Conde de St. Germain. Este individuo, en lugar de comer, habló desde el principio hasta el final del encuentro […]. St Germain se entregó a compartir una serie de maravillas, siempre dirigidas a impresionar, lo cual con frecuencia lograba. Era educado, manejaba distintas lenguas, era notable músico y químico, además de ser bien parecido y manejar un trato perfecto ante las damas […]. Este hombre extraordinario, destinado a ser el rey de los impostores, afirmaba con confianza tener más de 300 años de edad, poseer el secreto de la Medicina Universal, controlar la naturaleza, fundir diamantes [...] 

Por último, el Museo Británico guarda en sus archivos una carta enviada por St Germain en la que el conde ofrecía donar una copia de la segunda edición de la Biblia, impresa en 1462, y cuya reliquia actualmente se 
encuentra en este recinto.


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