sábado, 24 de enero de 2015

El baile de los ahorcados - Rimbaud


El baile de los ahorcados - Rimbaud.

Arthur Rimbaud Poeta francés nacido en Charleville en 1854. 
Mostró desde pequeño un gran talento para la literatura. Muy joven se trasladó a Paris donde trabó amistad con importantes poetas de la época, especialmente con Paul Verlaine con quien sostuvo una tormentosa relación amorosa que terminó dos años después a raíz de serias disputas entre ambos. De esta época datan las primeras publicaciones "El barco borracho" en 1871 y "Una temporada en el infierno" en 1873. 
Su obra, de marcado tono simbolista, está profundamente influida por Baudelaire, por su interés en el ocultismo, en la religión y en la exploración sobre el subconsciente individual. 
La vida licenciosa lo obligó a dejar por algún tiempo la poesía, viajó por Europa, se dedicó al comercio en el Norte de África y a su regreso a Paris en 1891 ya había sido publicada su obra "Iluminaciones" en 1886. Falleció en noviembre de 1891. 
poesía


El baile de los ahorcados 


En la horca negra bailan, amable manco, 
bailan los paladines, 
los descarnados danzarines del diablo; 
danzan que danzan sin fin 
los esqueletos de Saladín. 

¡Monseñor Belzebú tira de la corbata 
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan, 
y al darles en la frente un buen zapatillazo 
les obliga a bailar ritmos de Villancico! 

Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles: 
como un órgano negro, los pechos horadados , 
que antaño damiselas gentiles abrazaban, 
se rozan y entrechocan, en espantoso amor. 

¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza , 
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio, 
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla! 
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines! 

¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta! 
Todos se han despojado de su sayo de piel: 
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo. 
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro. 

El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas; 
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla: 
parecen, cuando giran en sombrías refriegas, 
rígidos paladines, con bardas de cartón. 

¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos! 
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro! 
y responden los lobos desde bosques morados: 
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno... 

¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes 
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos, 
un rosario de amor por sus pálidas vértebras: 
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! . 

Y de pronto, en el centro de esta danza macabra 
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto, 
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita 
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún, 

crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje 
con gritos que recuerdan atroces carcajadas, 
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta, 
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta. 

En la horca negra bailan, amable manco, 
bailan los paladines, 
los descarnados danzarines del diablo; 
danzan que danzan sin fin 
los esqueletos de Saladín. 


rimbaud

1 comentario: