sábado, 24 de enero de 2015

Baudelaire - Las letanías de Satán

Baudelaire - Las letanías de Satán

Sin duda alguna, los escritos de Baudelaire fueron un eje movilizador en su época. 
La sociedad en esos tiempos recién se abría a los adelantos tecnológicos que dieron un giro fundamental a los grandes conglomerados sociales: la aparición del Boulevard con sus cafés iluminados, la marca indeleble de la diferencia social que se hacía cada vez más notoria (aquellos que disfrutaban de los lujos de dichos espacios y aquellos que sufrían el desprecio por ser mudos y ajenos testigos que veían de lejos cómo otros gozaban de las comodidades), el flaneur que es quien registra visualmente esos cambios externos y a la vez internos en el ser humano (la paradoja de que a mayor iluminación en los ambientes, mayor oscuridad en el corazón del hombre). 
¡Oh tú!, el más sabio y el más hermoso de los Ángeles, 
Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

¡Oh, Príncipe del exilio al cual se ha agraviado, 
Y que, vencido, siempre te yergues más fuerte! 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas, 
Curandero familiar de las angustias humanas, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que, aun a los leprosos, a los parias malditos 
Enseñas por el amor el gusto del Paraíso, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

¡Oh, tú, que de la muerte, tu vieja y fuerte amante, 
Engendras la Esperanza, —una loca encantadora! 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que infundes al proscripto esa mirada serena y altiva 
Que condena todo un pueblo alrededor de un patíbulo, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que sabes en qué rincones de las tierras envidiosas 
El Dios celoso oculta las piedras preciosas, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú, cuya clara mirada conoce los profundos arsenales 
Donde duerme sepultado el pueblo de los metales, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú, cuya larga mano oculta los precipicios 
Al sonámbulo errante en el borde de los edificios, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que, mágicamente, ablandas los viejos huesos 
Del borracho retardado hollado por los caballos, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que, para consolar al hombre débil que sufre, 
Nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que pones tu impronta, ¡oh!, cómplice sutil, 
Sobre la frente del Creso implacable y vil, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Tú que pones en los ojos y el corazón de las rameras 
El culto de la llaga y el amor de los andrajos, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Báculo de los exiliados, lámpara de los inventores, 
Confesor de los ahorcados y de los conspiradores, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria! 

Padre adoptivo de los que en su negra cólera 
Del paraíso terrestre arrojó Dios Padre, 

¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
 

El siguiente video muestra esta admirable obra, siendo declamada en tres idiomas (Ingles, Español Y Francés) 


Baudelaire

1 comentario:

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